Día 1

Durante el viaje, hubo dos partes: el tren, donde todos estaban callados, recién levantados, con legañas aún en los ojos. Y el autobús, en el que nos costó tanto montarnos todos juntos, donde cantamos, gritamos y jugamos. (No sabían lo que les esperaba al llegar a Patones)
Al bajar del autobús, estaban Raúl y Mateo (guardés del refugio) esperando, mochilas fuera, Rocío y Álvaro subieron en coche (siempre hubo clases y clases) y el resto a por los casi 8 kilómetros que nos quedaban por delante. (añadir que los que subimos en coche no podíamos hacerlo andando y que colocamos todo el material)
Hay que decir que para ser la primera marcha para algunos y lo cargados que iban, no lo hicieron nada mal aunque hubo que remolcar a alguna tropera. (no vamos a nombrar a nadie, Lydia, no te preocupes)

La tarde transcurrió entre juegos varios y los primeros ataques del vampiro... Unas partidas a cruce y baseball, donde pudimos comprobar que Marcelo es tan bueno cogiendo balones al vuelo como cayéndose al suelo.
Ya después de cenar estaban todos ansiosos por comenzar los juegos nocturnos, y ataviados con ropa oscura nos dirigimos todos al campo de juego, donde jugamos al stalking... Muchas carreras, algún que otro arañazo, alguna caída y mucha diversión fue el balance final del juego.
Tras un día tan duro como este todo hacía presagiar que cogerían el saco con ganas pero estábamos equivocados, y es que estos troperos tienen marcha para rato, incluso alguno acabó corriendo fuera para ver si se le quitaban las ganas de fiesta. (como el caso anterior, tranquilo Carlos, no diremos que eres tú). Creo que más de uno no pegó ojo en toda la noche, se les oían hablar a las cuatro, a las cinco, a las seis...
Día 2
Ojeras y caras de sueño ocupaban la mesa a la hora del desayuno.
Tras el desayuno, unas canciones y algunos juegos para comenzar el día con alegría, y después, un rastreo por los alrededores, donde tres patrullas consiguieron encontrar todas las pistas y otra tuvo que ser ayudada por el resto para conseguirlas.

Pero seamos sinceros, todos queríamos de nuevo que llegase la noche, así que, mientras algunos se aseaban, otros ponían la mesa y cocinaban, alguno se escaqueaba, claro, Raúl preparaba el juego de la noche: Rommel y Montgomery. ¿El resultado? Todos llenos de moratones en los brazos y la ropa blanca.
Esta noche fue la vela de armas pero no os vamos a contar nada más (ya lo sabréis cuando os toque).
Día 3:
Tras la comida y su correspondiente tiempo libre donde todos permanecimos juntos, una gran gymkhana con nueve pruebas, en la que la patrulla Leopardos se proclamó ganadora, y tras ello, tocó el turno de un gran juego: polis y cacos. Pero a los chavales en la última partida se les veía nerviosos, distraídos... Por fin sabíamos que es lo que pasaba: ¡Estaban locos por que empezase la fiesta hortera! Así que no lo retrasamos más. Todos se fueron a las habitaciones y se pusieron sus ‘mejores galas’: hippies, horteras de los grandes, chicos vestidos de chicas, Elvis,... ¡menuda locura!
Para animar la fiesta: patatas, gusanitos, bebida con gas (que no con alcohol), música y ganas de disfrutar de la última noche. Después, para rematar, cambio de planes, juegos puestos por ellos, algún ‘castigo gracioso’ y ‘director de orquesta’ y a la cama.
Día 4
¡Hasta a mi me costó levantarme el último día! Por un lado quería madrugar para aprovechar el último día con los chavales, por otro quería dormir porque estaba agotada. Pero lo hicimos, desayunamos tortitas por hechas por el chef Carlos, evaluamos la salida y nos pusimos a recoger todo. Un caos. Finalmente, decidimos hacer un descanso para juegos y una nueva dinámica, ‘las gafas’, que además de bonita es muy efectiva. Más de una lágrima y secreto se sacaron.
Después de comer, una nueva batida de la zona y otros ocho kilómetros, esta vez, cuesta abajo, hasta el autobús. Allí, merienda, canciones sin voz, juegos y algunos intentando dormir. Para acabar, al bajar del tren, terminamos con la canción que ha marcado un antes y un después: ‘melifá, melifá, fa-fa. Chunda, chuda, melifando, melifando’.
Gracias a nuestros troperos. La actitud de todos ha sido excelente. Creo que ahora si que somos un verdadero grupo. Y como dice Rocío pequeña, ¡nadie nos separará!
Rocío y Raúl
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